* Adiós... a los solares, a los baldíos, a los potreros, al juego abierto en las plazas de los barrios, al fútbol callejero que forma futbolistas arrabaleros, a esos cancheros que entre todos hemos ido convirtiendo en urbanitas mecanizados, en "señoritos del pan pringao", en fútbolistas malcriados...
* Adiós... al juego por el juego en los equipos juveniles, e infantiles, donde el resultado es una consecuencia y no un fin en sí mismo. Y todo porque sus entrenadores, si no obtienen marcadores positivos a corto plazo, son cuestionados de inmediato cuando su caché personal estaría representado, exclusivamente, por el desarrollo de buenos futbolistas.
* Adiós... al "fair play" en el fútbol español, porque la trampa, la mentira, el teatro indecoroso, la desvergüenza, han copado el lugar donde antes moraba la transparencia, la ética, la deportividad y la verdad del fútbol de toda la vida; además, con unos compinches que actúan subrepticiamente y no cooperan por indecisión, los árbitros.
* Adiós... a aquellos equipos ganadores cuyos ciclos duraban más de cinco años ganándolo todo, ahora los períodos victoriosos no pasan más allá de dos años, lo que origina múltiples proyectos fallidos, decepciones máximas, inversiones fracasadas, pérdidas acumuladas que tintan de color rojo los balances y las caras de los contables; además de provocar sensaciones vertiginosas con equipos inestables de usar y tirar.
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